En un artículo escrito en una muy interesante revista de arte que se publica por internet, leí el otro día un titular:
«La gran novela de Émile Zola sobre los inicios del impresionismo, por primera vez traducida al castellano.»
Me pareció curiosa la referencia a la novela en cuestión ya que coincidió que se refería a «La obra», novela de Zola que cayó en mis manos allá por el año 1985 y que devoré con entusiasmo mientras transcurría mi vida de estudiante de Bellas Artes en Valencia. He de decir que poco más he leído de Emile Zola, pero esta, junto con otra novela sobre la vida de Touluse Lautrec y en la que se basa posteriormente la película «Moulin Rouge» (2001), fueron las dos que más me han descrito la vida bohemia del París de finales del XIX y que todos los años recomiendo a mis alumnos de la Academia…pero a lo que iba; el titular hace referencia a que es la primera vez que «la obra» es traducida al castellano y yo os aseguro que no era ni inglés ni chino el idioma en que estaba escrita la que yo leí; sería una edición de los años cincuenta quizás, porque la encontré entre los numerosos libros de mi tío, infatigable lector de todo tipo de buena literatura.
Estamos ante una novela que perteneciente al ciclo de los Rougon-Macquart, conjunto de 20 novelas, escritas por Emile Zola entre 1871 y 1893. «La obra», la novela más autobiográfica de su autor dicen que está inspirada en la relación del propio Zola con Cézanne. También se comenta que fue a raíz de que Cézanne se reconociera en el fracasado personaje principal, el pintor Claude Lantier, lo que supuso la ruptura de por vida entre el novelista y el artista. Y es que el protagonista de la novela, además de llevar una vida marcada por el existencialismo y la bohemia de la época, vive una auténtica obsesión inalcanzable en la pintura intentando terminar un óleo de grandes dimensiones que representase la modernidad del Segundo Imperio, en los albores del movimiento impresionista, un desnudo de mujer al que le sirve de modelo su mujer. Novela sobre la naturaleza de la creación artística, sobre el amor, la amistad y también sobre el fascinante y complejo alumbramiento del impresionismo.
Émile Zola (París, 1840-1902) pasó su infancia en Aix-en-Provence, donde fue compañero de colegio de Paul Cézanne. En 1858 regresó a París y en 1862 empezó a trabajar en la librería Hachette como dependiente y a colaborar en varios diarios. A partir de 1866, cultivó la amistad de Manet, Pissarro o los hermanos Goncourt y empezó a idear el largo ciclo novelístico de los Rougon-Macquart, en el que intentó reflejar la sociedad del Segundo Imperio, siguiendo los pasos de Balzac en su monumental La comedia humana. En 1870 se casó con Alexandrine Mélay y a partir de 1873 trabó amistad con Daudet y Flaubert. Huysmans, Paul Alexis y Maupassant fueron contertulios habituales en las veladas de Medan, donde Zola tenía una casa de campo. En 1898, Zola se implicó personalmente en el famoso «Caso Dreyfus» y publicó en el diario L’Auroresu famoso Yo acuso (Carta al Presidente de la República). Un proceso por difamación le supuso un año de cárcel. Zola se exilió en Londres. A su regreso, publicó La Verité en marche, sus artículos sobre el caso. Murió en su casa de París en 1902. De entre sus novelas más conocidas cabe destacar La bestia humana, Germinal o Nana.
En definitiva, os aconsejo que leáis «La obra», no os vais a arrepentir.
José Luis Birigay
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