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Próximamente estará en las librerías la primera novela de nuestra querida alumna y amiga Bona, «La niña regalada» (Siníndice Editorial). Conozco a Bona desde que en el año 2005 comenzó a asistir a nuestras clases de pintura dos veces a la semana; hemos conversado de muchas cosas, ella es de esas personas con las que da gusto dialogar. Hemos hablado de educación (no en vano ella ha sido maestra), de arte, de literatura, de religión, de la universidad, del paro, en definitiva de todos aquellos temas cotidianos que surgen a debate en un grupo de personas de diversa índole y procedencia que se encuentra semanalmente alrededor de una pasión: el arte. Sin embargo he de decir que yo no tenía ni idea hasta hace dos meses de que Bona, además de dedicarse a crear mediante el lenguaje de la imagen, lo hacía mediante el escrito.

 

Os transcribo la contraportada del libro:

 

«Adriana llegó a Machala (Ecuador) buscando trabajo. Sólo era una de tantas jóvenes solteras embarazadas, pero ésta cargaba sobre sus hombros una dramática historia. Era una niña regalada, sin papeles, sin autonomía. Una esclava de hecho, aunque las leyes lo prohibieran.

 En la primera casa vivió sometimientos a trabajos inadecuados a su edad, a los caprichos de los dueños, a duros castigos.

 

 A través de Nancy, la joven dueña de la casa, se llega a conocer determinadas situaciones de la sociedad ecuatoriana: Ricos y pobres, los niños de la calle, la violación,  el tema de los espíritus y los curanderos.

 

La estancia de Adriana en La Sierra nos pone en contacto con el indio, con su conciencia de no ser nadie,  y con el gran trabajo que la Teología de la Liberación hizo, en los años setenta, porque llegaran a manejaran su  vida como seres adultos.

 

Aunque el relato esté novelado, su base es real. De hecho me decidí a escribir porque Adriana, la protagonista, me contaba una historia tan inverosímil sobre ella misma, que no me la pude creer hasta que vi las cicatrices en su espalda.

Me gustaría suavizar los hechos, pero… es que… son así.»

 

 

Intentaré que Bona, un día nos hable de su libro aquí en el Blog.

 


José Luis Birigay

 

Una compañera de Bona, Paca Sapena nos ha mandado la siguiente reflexión:

Bona, quiero felicitarte por esta faceta tuya de escritora, el libro me ha encantado, y tengo que decirte que mientras lo leía, me has hecho recordar muchas cosas de cuando estuve en el Perú. Tengo que decirte que a pesar de los años que ha transcurrido, muchas de las cosas que en él relatas, en la actualidad, o por lo menos hace diez años, todavía continuaban sucediendo. Como por ejemplo, el hecho de que algunos padres o padrinos lleven a los jóvenes a un prostíbulo, para que aprendan con mujeres. En diciembre del 96 conocí a una joven, que por desgracia el día de su graduación, su enamorado la dejó embarazada, lógicamente nada más que se enteró pasó de ella y no quiso saber nada. Yo no tenía intención de tener ninguna muchacha en casa, pero por pena le di trabajo y nos quedamos con ella. Tuvimos un Renzo, (el mismo nombre que el padre) Consuelo, como ella se llamaba, a pesar de mi insistencia de que no lo hiciese, consiguió que el padre le diese los apellidos, yo no quería ya que tenía miedo de que él se lo quitara, pero afortunadamente nunca quiso saber nada del niño. Estuvieron con nosotros hasta abril del 2003, recuerdo la última vez que la vi, y sus últimas palabras. Le dijo al taxista que me llevaba al aeropuerto “la señora es muy buena” y lo único que hice durante el tiempo que nos conocimos, fue tratarla como una más. Vuelvo a felicitarte, y te digo “siga no más”

Paca Sapena