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Los demonios prenden fuego a la cama de San Millán (Monasterio de San Millán)

TÍTULO: “Los Demonios prendiendo fuego a la cama de San Millán”

AUTOR: Pedro Ruiz de Salazar (según Ismael Gutiérrez Pastor)

ÉPOCA: XVII

LOCALIZACIÓN: Monasterio de San Millán de la Cogolla

MEDIDAS: 376 x 195  cm.

TÉCNICA: Óleo sobre lienzo

La obra hace referencia a un episodio de la obra “Vida y Milagros de San Millán”. La primera biografía del Santo la escribió San Braulio, obispo de Zaragoza en 638. San Millán nació el año 473 en Berceo, pueblo de tradiciones romanas y cristianas. Con veinte años, curtido por el aire de la tierra y por las soledades de su vida de pastor, sintió la llamada de Dios a la vida eremítica y se fue a los riscos de Bilibio, donde moraba un anacoreta llamado Felices, famoso en toda la comarca por sus virtudes, a pedirle que le instruyera en el camino de la santidad. De vuelta a su pueblo, Millán vivió como anacoreta en los montes Distercios durante cuarenta años.

El obispo de Tarazona, al que le había llegado la fama de las virtudes de Millán, lo ordenó sacerdote y le nombró párroco de Berceo. Entre su gente sembró generosamente, con su apostolado, todo lo que había aprendido en el silencio de las montañas.

Por la presión y las críticas de algunos clérigos tuvo que dejar la parroquia y se retiró a las cuevas de Suso donde, tras una vida de gracia y rodeado de discípulos, murió en 574, a los ciento un año.

La escena representada en el cuadro muestra el momento en que dos demonios están prendiendo fuego a la cama donde San Millán reposa: un conjunto de demonios convocan un concilio para llegar a la solución de quemar dormido a San Millán. Se establece una gran paradoja que refuta la idea de que lo serio y lo cómico se complementan en la Edad Media: el concilio es la representación de la seriedad religiosa. En concilio se reúne la Iglesia para discutir cuestiones de dogma y para estudiar propuestas que mejoren su estado. Nada más serio. Y nada más cómico que un «suziuelo concejo» (1984, v. 214b) que decide quemar a San Millán en su cama y cuyo resultado es que ellos mismos se prenden fuego. Consecuencia: San Millán ha de aguantarse la risa. Si bien no acaba por reírse, ya que es un santo, sí está a punto de hacerlo.

Este lienzo, junto con sus compañeros que ya han sido restaurados  en principio estuvo colocado en los brazos del crucero de la Iglesia para después ser colocado en la escalera principal. Cuando  personal de este Estudio de Restauración los recogió para trasladarlos para su restauración, estaban almacenados en una dependencia del claustro alto del Monasterio