Proceso de restauración
Para comprender la complejidad de esta restauración es importante tener muy en cuenta por un lado el gran tamaño de los lienzos, la cantidad de personal necesario para moverlos y manipularlos y los impedimentos que provocaban el pequeño tamaño de la capilla en la que apenas cabían dos andamios montados.
Para el desmontaje y sobre todo el nuevo montaje de las obras, fueron necesarias muchas horas de planificación. Cuando los lienzos ya estaban restaurados, fue imprescindible una perfecta sincronización de movimientos entre todas las partes que habían de intervenir en su montaje; desde los montadores de los andamios, los transportistas hasta los restauradores que habían de ultimar las reintegraciones. Para el montaje decidimos hacer algunas modificaciones con respecto al descenso de los lienzos. Si al descender los lienzos subimos el tubo hasta las cornisas del retablo y a partir de ahí ir enrollando la tela, esta vez decidimos retrasar 1,5 m. el andamio para dar cabida a una posición más retrasada de los tubos y trabajar con ellos desde el suelo de modo que eran los lienzos los que ascendían poco a poco con el peso compensado gracias a un armazón semicircular fabricado a propósito para la ocasión. Una vez en posición fueron grapados y claveteados frontalmente como en origen (en realidad no era posible otro modo) desde las zonas superiores hacia las inferiores y tensado desde el centro a los extremos.